Si quieres miento para ser cortés pero, diga lo que
diga, ten claro que lo único que me apetece en este momento es hacerte el
amor.


lunes, 22 de junio de 2009

Comienzos


Siempre quise vivir en el mar. Siempre me gustó. Asomarme a la ventana, sentir las olas en la cara, encender un buen fuego y sólo estar. No quería hacer otra cosa que no fuera respirar (que ya era bastante). Mi vida nunca fue un camino de rosas, así que ya no podía conformarse con otra cosa que no fuera estar vivo. Estar vivo era lo mejor que me había pasado en los últimos tiempos... hasta que la conocí.

Llevaba un chuvasquero rojo con capucha. Era pequeñita, pero siempre iba subida en altos tacones. Le gustaba saltar por los acantilados del pueblo costero del que ni Dios se acordaba del nombre. Decía que era buena nadadora y más que buena nadadora a mí me pareció una temeraria. Porque no era la primera vez que se tiraba desde lo alto de un acantilado (sabiendo bien que, el agua, a cierta altura es cemento). Aquel día también saltó y, como tonto, yo, que estaba paseando y esforzándome por seguir respirando una vida que ya no me gustaba, corrí para salvarla. Pero aquella niñita no necesitaba héroes.

No sé por qué me fui corriendo al llegar a la arena, justo después de sacarla del agua y tumbarla en la playa. Sus ojos me pedían que me quedara, pero yo siempre huyo. No iba a ser esa la única vez que no lo hiciera.

2 comentarios:

  1. Sigue siendo un pequeño placer leerte. A pesar de todo.

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  2. Ella hubiese perferido que se quedase, estoy segura.

    Al menos es un consuelo saber que sigues vivo.

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